Estamos inmersos en un mundo en constante cambio y desarrollo en el que la tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas para resolver una variedad de situaciones y tareas cotidianas. En este entorno dinámico no es suficiente memorizar herramientas y teorías; nuestra forma de aprender debe evolucionar y adaptarse a un mundo en constante evolución tecnológica donde, lo más reciente pero no lo último, es la irrupción de la inteligencia artificial generativa (IAG) como una fuerza disruptiva de gran impacto. El ritmo de aparición de nuevas tecnologías no dejará de incrementarse (en las últimas décadas ha sido exponencial, con más avances tecnológicos y científicos en los últimos 50 años, que en toda el período anterior) y tendremos que estar constantemente actualizándonos y aprendiendo. Sin embargo surge la pregunta: ¿de qué manera debemos abordar este proceso de aprendizaje? En mi opinión es fundamental ser más pragmáticos y, citando las palabras de Lisa SU (CEO de AMD, tenemos que aprender a pensar y dotarnos de herramientas que nos ayuden a resolver problemas: «Toda la educación se trata de aprender a pensar. La tecnología cambia con el tiempo, pero si puedes aprender a resolver problemas, harás grandes cosas (Lisa SU)«.
En la actualidad disponemos de muchas herramientas para el aprendizaje; sin embargo la auténtica pasión por adquirir conocimientos y por cuestionar y reflexionar críticamente a menudo brilla por su ausencia en nuestra sociedad. En este sentido opino que es cada vez más importante priorizar el desarrollo de habilidades de pensamiento y resolución de problemas por encima de simplemente memorizar datos o aprender a utilizar herramientas específicas.
Tradicionalmente, y particularmente en España, la enseñanza se ha enfocado en la transmisión de conocimiento y la memorización de ideas. Sin embargo, en un mundo donde la tecnología progresa rápidamente y la inteligencia artificial automatiza cada vez más tareas, este enfoque se revelará claramente insuficiente. La verdadera diferencia radica en nuestra capacidad para analizar, cuestionar y sintetizar información, así como para hallar soluciones creativas ante los desafíos que enfrentamos mediante el desarrollo del pensamiento crítico. Pero ¿Qué implica realmente aprender a pensar? Aprender a pensar implica :
- Cuestionar la información: No debemos aceptar sin más lo que se nos presenta; es crucial examinar la información con una mirada critica y explorar diversas perspectivas mientras contrastamos múltiples fuentes de forma activa en estos tiempos marcados por la proliferación de deep fakes y sesgos informativos.
- Conectar conceptos: Establecer conexiones entre ideas implica relacionar distintas áreas del saber para comprender cómo están interconectadas entre sí y así lograr un conocimiento más profundo. Es importante ampliar nuestra perspectiva y evitar limitarnos a una única forma de pensar establecida por opiniones preconcebidas.
- Adaptarse al cambio: Desarrollar la capacidad de adaptarse al cambio implica tener la flexibilidad mental necesaria para enfrentar nuevas circunstancias con soltura y asimilar rápidamente nuevas herramientas para ajustarse a los continuos avances tecnológicos.
Es importante considerar que resolver problemas no se reduce solo a realizar ejercicios abstractos en el ámbito académico. Es necesario aplicar el pensamiento crítico a situaciones reales y cotidianas para desarrollar la capacidad de:
- Identificar el problema: Esto implica delinear con claridad la situación que estamos abordando y entendiendo sus orígenes y repercusiones.
- Buscar soluciones creativas: Investigar distintas opciones y emplear el pensamiento creativo (pensamiento lateral) junto con la innovación para hallar soluciones únicas.
- Evaluar y decidir por la opción más adecuada: Esto implica analizar las distintas soluciones planteadas teniendo en cuenta sus puntos a favor y en contra para así elegir aquella que se ajuste mejor a las circunstancias dadas.
En esta coyuntura actual es fundamental considerar a la tecnología en general, y a la inteligencia artificial en particular, como herramientas para facilitarnos la resolución de desafíos; nunca debemos percibir su papel como un remplazo de nuestra capacidad de razonar. A pesar de que la IA puede agilizar labores repetitivas y analizar enormes volúmenes de información, el pensamiento crítico y creativo junto a la capacidad de adaptación siguen siendo destrezas inherentemente humanas (al menos por el momento).
En una sociedad dominada por la tecnología aquellos que sepan reflexionar y plantear preguntas para resolver inconvenientes serán los que estén más capacitados para enfrentar los retos venideros de manera exitosa. La habilidad de ajustarse a las circunstancias cambiantes así como el pensamiento analítico y la capacidad creativa se convierten en las verdaderas destrezas que nos permitirán superar obstáculos sin detenernos en nuestro camino, tal como ha destacado Lisa Su.
Por lo tanto, la formación del futuro debe enfocarse en el desarrollo de estas habilidades fundamentales para preparar a las personas no solo para utilizar las herramientas actuales, sino también para adaptarse y prosperar en un entorno que está siempre cambiando, y cada vez más rápido. El verdadero poder no radica sólo en memorizar información o dominar una herramienta particular, sino en la habilidad de aprender a pensar y resolver problemas de manera creativa e ingeniosa.