A lo largo de tu vida profesional te vas encontrando con situaciones y personas que van marcando tu estilo como profesional, ya sea en el ámbito de la gestión de proyectos o en cualquier otra carrera profesional. Creo que podemos estar de acuerdo, que al final, todos nos vamos amoldando a las circunstancias, aprendiendo todo lo que podemos (vivimos un mundo en el que el aprendizaje continuo es un ”must be”). Pero a pesar de esa necesaria adaptación hay unos valores, unos muy profundos, unos valores llamémosle “raíz/root”, que forman parte del profundo de nuestra esencia y sobre los que se anclan, o al menos se deberían anclar, el resto de skills/habilidades. Para mi, y como siempre esto tiene sus colores, esos valores deberían de girar en torno a las siguientes premisas, y cualquiera de sus variantes:

  • HONESTIDAD. En toda su amplitud, ni siquiera valen las medias verdades, ya que al final una media verdad es peor que una gran mentira. Antes que una media verdad o una mentira, mejor estar en silencio ya que en caso contrario se puede volver en nuestra contra. Aquí me gusta aplicar el criterio «somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras«:
  • COHERENCIA. Aquí no hablamos de cabezonería, de no moverse nunca de una posición, si no de tener una forma de actuar acorde con nuestras directrices. O dicho en castellano llano, no ser de los que promueven el “haz lo que digo no, y no lo que hago”: hechos y acciones deben de ir de la mano. Predicar con el ejemplo es la mejor forma de liderazgo.
  • COMPAÑERISMO. Ningún proyecto profesional o personal es viable sin la ayuda de alguien. Siempre vamos a necesitar que, en mayor o menor medida, nos de su apoyo, consejo y nos acompañe en nuestro viaje. A lo largo de nuestra carrera profesional iremos encontrando muchas personas con las que colaboraremos en mayor o menor medida, y creo que es muy importante ir sembrando en ese viaje y no actuar con una política que podríamos llamar “caballo de atila»: por donde va no vuelve a crecer la hierba. Nunca sabes que te deparará el futuro y a quien has ayudado, tratado bien, podría hacer lo mismo por ti en el futuro. Vivimos en  una sociedad cada vez mas egoísta y solitaria, y eso se refleja también en el ámbito profesional en lo que yo vengo a denominar “el síndrome de mi baldosa”. Esta analogía me ayuda a describir que cada vez nos preocupamos de la baldosa que nos han asignado, de mantener limpia impoluta, sin preocuparnos como están el resto de baldosas que forman nuestra habitación (departamento) o casa (empresa) y muchas veces incluso echando la “mierda” a la baldosa del al lado para que la nuestra siga estando impoluta, pero nunca pensando en global, en que nuestra habitación, nuestra casa, este “presentable”.

Sobre esas bases, que al final no dejan de ser características/valores muy personales, iremos construyendo todo nuestro perfil profesional, pero sin eso, es muy difícil construir una marca profesional sólida. Siempre digo que una persona dentro de cualquier equipo se mide bajo estos tres parámetros:

  1. Buen Profesional, marcadas por tus habilidades técnicas
  2. Buen Compañero, marcada por tus habilidades sociales
  3. Buena Persona, marcada por tus valores core o raíz

En cualquier equipo, todo miembro debería tener estos parámetros con un mínimo de puntuación de 3 sobre 4, si uno falla, malo, pero si fallan 2 lo mejor que podemos hacer es sacar esa manzana podrida del barril para no comprometer todo el barril.

En base a esta reflexión, a la hora de evaluar equipos, profesionales deberemos tener en cuenta estos tres tipos de skills:

  • Hard Skills. Todos aquellos conocimientos adquiridos mediante la formación educativa reglada, así como mediante la experiencia profesional. Estas habilidades son susceptibles de ser enseñadas en ámbitos académicos.
  • Soft Skills. Hacen referencia a las habilidades interpersonales y sociales que posee la persona que opta al puesto de trabajo y, por ello, son mucho más difíciles de cuantificar. Estas habilidades blandas se manifiestan en las diferentes forman con las que alguien se relaciona e interactúa con los demás. Estas competencias no se aprenden en el ámbito académico, sino que son adquiridas a lo largo de la vida de la persona, el su día a día. Además, están directamente relacionadas con el concepto de inteligencia emocional y están condicionadas por la personalidad de la persona y por el desarrollo de sus habilidades sociales.
  • Root Skills. Hacen referencia a nuestras valores, premisas y que determinan nuestra personalidad.

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